Bodas de perla de los concursos de escultura

Una semblanza de aquella fecha tan especial

13 de Mayo, 2022 | Capítulo 24

Por Marcelo Nieto

En el 2018 se cumplieron 30 años de concursos escultóricos en la ciudad de Resistencia. De aquel primero hecho a pulmón y a soluciones imaginativas, a la mega bienal catalogada entre los tres mejores concursos escultóricos del planeta en la modalidad a cielo abierto. Vaya que se ha levantado la vara bien alta…

 

A aquellos visionarios emprendedores, al Estado siempre a la par, al empresariado atento y servicial, a las decenas de trabajadores y colaboradores que hacen de andamiaje de cada bienal, y al pueblo, sobre todo; al ciudadano que hizo suyo, ¡que le dio legitimidad al acontecimiento durante tres décadas, que cumplen estos concursos de escultura, salud!

 

Pasaron 30 años… Y pareciera que fue ayer. El tiempo lento y espeso, de repente cruzó mares y montañas, atravesó años y décadas, con vértigo –si miramos el todo desde el hoy-.

 

Pero el alma, aunque ya ha empezado a oler las fragancias del jardín del invierno, sigue estando en primavera.

 

Pasaron 30 años, y pareciera que fue ayer. Para una vida, 30 años empeñados en un sueño, es mucho tiempo, un pedazo de la existencia, un camino larguísimo.

 

Aunque la mente, pícara y veloz, tiene el poder de hacer ese camino al revés con el recuerdo, y de llevar con extrema rapidez a aquel fin de 1987, a aquel 1988 donde se pergeñaba, se amasaba, se daba vida en una oficina de la casilla de Turismo, al sueño de hacer un concurso de esculturas al aire libre en el corazón de la ciudad.

 

Hoy, la bienal de escultura está internalizada. Para nosotros es algo “normal” y “natural” el acontecimiento artístico internacional, pero hace 30 años, organizar un certamen escultórico en la plaza durante una semana, la verdad, sonaba un poco descabellado; y la idea de convertir a Resistencia en un punto turístico y cultural, una utopía que generaba desde la crítica y la incredulidad, vientos para el desánimo.

 

Sin embargo, un grupo de amigos, o tal vez aún no tan amigos; que coincidían en su amor al arte, en su proactividad para modificar la estrechez de la realidad, en la fuerza de la voluntad; generosos para dejar de lado su ocio, restar tiempo a sus familias y amigos, postergar gustos en pos de un proyecto cultural sin búsquedas gananciales salvo los goces del hacer por el arte. Ellos, se empeñaron en la realización de un concurso que sentían, sería trascendente para la ciudad.

 

Si en este punto cerráramos la reflexión debiéramos indicar que, en la génesis de la Bienal de Internacional de Escultura, respetada en el mundo por su excelencia, es encomiable, que haya surgido desde la iniciativa privada.

 

Infinitas las anécdotas de los inicios de la saga; cuánto de lo que hoy es recuerdo risueño debió ser estrés y desafío: “Había que remarla, con la solución imaginativa ¿Y te acordás –dice un “urunday” a otro- el tema de las comidas para los escultores, preparadas con lo que cada uno aportaba de su casa, haciendo aburridos menúes (¡pobres convidados!) de polenta y fideo…”.

 

Del 18 al 24 de junio de 1988, en la plaza 25 de mayo, pernoctaron 35 escultores de distintos rincones de Argentina que durante la semana esculpieron maderos de algarrobo y palo espina corona.

 

Una experiencia inédita que concitó la curiosidad y un masivo acompañamiento del vecino que para gran sorpresa, se acercó en familia, no como testigo frío, sino que conversó con el escultor, le convidó un mate, hizo lazos, día a día atendió al proceso de creación.

 

Pasaron 30 años. Y del 14 al 21 de julio tuvo lugar la Bienal 2018. El “Gran Premio de Honor 30 años” que fue el desafío para los diez ganadores de las bienales realizadas entre 1998 y 2016 con una obra inspirada en la temática “Identidad en movimiento”.

 

También hubo otro plato principal, la llegada de aquellos escultores concursantes del encuentro de esculturas realizado en el invierno de 1988. Naturalmente, se tributó un sentido homenaje a aquellos verdaderos pioneros.

 

Pasaron 30 años de concursos de escultura… Más de 500 escultores del mundo han esculpido en el Chaco. Y ha quedado su obra –han quedado ellos- entre nosotros.

 

Pasaron 30 años, tiempo largo, decíamos, pero no tan dilatado como para haber perdido de vista a sus protagonistas. Ellos continúan (hay partidas, unos ya –Efraín, Reynaldo- se han convertido en luz), ellos permanecen con la misma iniciativa adolescente, con el alma en plena primavera…

 

Contenidos: Virgina Quirelli

Arte: Brian Ariel Dufek

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A aquellos visionarios emprendedores, al Estado siempre a la par, al empresariado atento y servicial, a las decenas de trabajadores y colaboradores que hacen de andamiaje de cada bienal, y al pueblo, sobre todo; al ciudadano que hizo suyo, ¡que le dio legitimidad al acontecimiento durante tres décadas, que cumplen estos concursos de escultura, salud!

 

Pasaron 30 años… Y pareciera que fue ayer. El tiempo lento y espeso, de repente cruzó mares y montañas, atravesó años y décadas, con vértigo –si miramos el todo desde el hoy-.

 

Pero el alma, aunque ya ha empezado a oler las fragancias del jardín del invierno, sigue estando en primavera.

 

Pasaron 30 años, y pareciera que fue ayer. Para una vida, 30 años empeñados en un sueño, es mucho tiempo, un pedazo de la existencia, un camino larguísimo.

 

Aunque la mente, pícara y veloz, tiene el poder de hacer ese camino al revés con el recuerdo, y de llevar con extrema rapidez a aquel fin de 1987, a aquel 1988 donde se pergeñaba, se amasaba, se daba vida en una oficina de la casilla de Turismo, al sueño de hacer un concurso de esculturas al aire libre en el corazón de la ciudad.

 

Hoy, la bienal de escultura está internalizada. Para nosotros es algo “normal” y “natural” el acontecimiento artístico internacional, pero hace 30 años, organizar un certamen escultórico en la plaza durante una semana, la verdad, sonaba un poco descabellado; y la idea de convertir a Resistencia en un punto turístico y cultural, una utopía que generaba desde la crítica y la incredulidad, vientos para el desánimo.

 

Sin embargo, un grupo de amigos, o tal vez aún no tan amigos; que coincidían en su amor al arte, en su proactividad para modificar la estrechez de la realidad, en la fuerza de la voluntad; generosos para dejar de lado su ocio, restar tiempo a sus familias y amigos, postergar gustos en pos de un proyecto cultural sin búsquedas gananciales salvo los goces del hacer por el arte. Ellos, se empeñaron en la realización de un concurso que sentían, sería trascendente para la ciudad.

 

Si en este punto cerráramos la reflexión debiéramos indicar que, en la génesis de la Bienal de Internacional de Escultura, respetada en el mundo por su excelencia, es encomiable, que haya surgido desde la iniciativa privada.

 

Infinitas las anécdotas de los inicios de la saga; cuánto de lo que hoy es recuerdo risueño debió ser estrés y desafío: “Había que remarla, con la solución imaginativa ¿Y te acordás –dice un “urunday” a otro- el tema de las comidas para los escultores, preparadas con lo que cada uno aportaba de su casa, haciendo aburridos menúes (¡pobres convidados!) de polenta y fideo…”.

 

Del 18 al 24 de junio de 1988, en la plaza 25 de mayo, pernoctaron 35 escultores de distintos rincones de Argentina que durante la semana esculpieron maderos de algarrobo y palo espina corona.

 

Una experiencia inédita que concitó la curiosidad y un masivo acompañamiento del vecino que para gran sorpresa, se acercó en familia, no como testigo frío, sino que conversó con el escultor, le convidó un mate, hizo lazos, día a día atendió al proceso de creación.

 

Pasaron 30 años. Y del 14 al 21 de julio tuvo lugar la Bienal 2018. El “Gran Premio de Honor 30 años” que fue el desafío para los diez ganadores de las bienales realizadas entre 1998 y 2016 con una obra inspirada en la temática “Identidad en movimiento”.

 

También hubo otro plato principal, la llegada de aquellos escultores concursantes del encuentro de esculturas realizado en el invierno de 1988. Naturalmente, se tributó un sentido homenaje a aquellos verdaderos pioneros.

 

Pasaron 30 años de concursos de escultura… Más de 500 escultores del mundo han esculpido en el Chaco. Y ha quedado su obra –han quedado ellos- entre nosotros.

 

Pasaron 30 años, tiempo largo, decíamos, pero no tan dilatado como para haber perdido de vista a sus protagonistas. Ellos continúan (hay partidas, unos ya –Efraín, Reynaldo- se han convertido en luz), ellos permanecen con la misma iniciativa adolescente, con el alma en plena primavera…

 

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